“La patria es, para el chauvinista, la mejor tierra del mundo, porque él tuvo la virtud de nacer
allí”, sentenció Jorge Basadre resumiendo a una especie hoy multiplicada y revitalizada en nuestro país. Al hablar de Chile, esta especie se ataranta entre el patrioterismo de las portadas con tanques y aviones anunciando guerras, y la exaltación del Perú como una marca mejor que la otra. Así, entre las protestas de Rimarachín y las portadas de ciertos diarios, es un privilegio toparse con la sobriedad de un patriota legítimo como Carlos Ferrero.
—¿A qué cree que se deba el histórico afán expansionista de Chile?
—Principalmente a que no estaban conformes con el territorio que tenían y, en consecuencia, siempre han sentido que la expansión territorial, lamentablemente a costa de sus vecinos, es una obligación.
—¿Cómo se evidencia esta inconformidad?
—La historia tiene episodios muy reveladores en la relación peruano-chilena. En la época de la conquista, los almagristas querían que Chile llegue hasta Cañete. Pizarro lo evitó.
En la República, las expediciones restauradoras, financiadas por Chile, son las que eliminan la Confederación peruano-boliviana.
En la Guerra del Pacífico, después de tomar Tarapacá, nos quitan, con trampa, Arica, haciendo imposible el plebiscito. Aunque luego el Perú lo reconoció y así lo firmó.
En la guerra de Perú con Ecuador, Chile le presta ayuda militar al Ecuador.
Son cuatro ejemplos históricos que los peruanos no deben olvidar, son absolutamente irrefutables.
—¿Qué le respondería a quienes creen que, por el futuro, estos conflictos se deberían olvidar?
—Olvidar nunca. Quizá estos conflictos no determinen el futuro, pero olvidar la historia, como se suele decir, puede ocasionar que repitamos los errores.